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Sergio Llamas
Jueves, 5 de junio 2025, 00:14
Una de cal y otra de arena en la guerra comercial con Estados Unidos, que avanza por caminos cada vez más inciertos. Mientras el presidente ... Trump firmaba el martes por la noche la orden que eleva desde ayer los aranceles al acero y el aluminio al 50% -una medida que encendió todas las alarmas de la industria europea-, Bruselas y Washington trataron, tras días de tensión pública, de escenificar una mínima voluntad de cooperación. Los Ejecutivos de ambos lados del Atlántico coincidieron al señalar que existen «avances» en las negociaciones, aunque no concretaron contenidos ni plazos en los que podría materializarse un pacto.
El comisario europeo de Comercio, Maros Sefcovic, aludió a la necesidad de construir una relación «sólida» que solucione los desequilibrios actuales. Sin embargo, ese «acuerdo amistoso» al que aspira Bruselas parece que se enquista por decisiones como la de elevar del 25% al 50% los aranceles al acero y el aluminio. Sefcovic se mostró decepcionado por esta medida unilateral impuesta por la Administración Trump. Un nuevo castigo que no solo encarece las exportaciones europeas, sino que amenaza con desbordar el mercado interior comunitario.
Aunque la Comisión Europea no descarta tomar medidas de represalia -que podrían afectar hasta a 95.000 millones en exportaciones de productos estadounidenses -, Sefcovic insistió ayer en la necesidad de evitar una guerra abierta y encontrar una solución negociada que reinstaure el equilibrio comercial. La actitud prudente del comisario contrastaba, sin embargo, con la creciente presión del sector siderúrgico europeo, que -ante el riesgo de una avalancha de importaciones desviadas desde China y la pérdida de acceso al mercado estadounidense- reclama con urgencia una respuesta firme y mecanismos de defensa más contundentes.
La patronal siderúrgica europea, Eurofer, urgió a la Comisión Von der Leyen a activar una «medida altamente efectiva» para frenar el deterioro competitivo del sector. La organización advirtió del riesgo de un «colapso» industrial si no se interviene con carácter inmediato, en un contexto marcado por la sobreproducción china, impulsada por costes estructuralmente inferiores, menores carga regulatorias y escasos controles medioambientales.
Eurofer, que ha visto cómo ha regresado la pesadilla vivida durante el primer mandato de Trump, estima que en la situación actual podrían desviarse 27 millones de toneladas que antes se dirigían al mercado estadounidense hacia el europeo, generando un efecto de «ahogamiento» para la producción comunitaria. Ante este escenario, la patronal siderúrgica ya no considera suficiente el actual sistema de salvaguardas comerciales, que establece cuotas de importación libres de aranceles. Aunque su revisión está prevista para 2026, el sector reclama una reforma urgente del mecanismo este mismo año, al considerar que su capacidad de contención es insuficiente para absorber un desvío de esta magnitud.
Estas distorsiones generadas por el endurecimiento de las barreras aduaneras no se han hecho esperar y ya se reflejan en los flujos comerciales. La Unión de Empresas Siderúrgicas españolas (UNESID), la patronal del sector, ha advertido de que el último incremento arancelario ha provocado la cancelación de pedidos en curso y el bloqueo de decisiones de inversión. Ante este deterioro del entorno operativo, Unesid reclama al Gobierno central una respuesta inmediata que incluya un paquete urgente de ayudas directas para mitigar el impacto y preservar la actividad industrial.
La situación en Euskadi es especialmente sensible. Con una economía fuertemente exportadora, el tejido industrial vasco acusa con intensidad la volatilidad comercial global. Asier San Millán, presidente del clúster siderúrgico Siderex, confía en que se alcance pronto un acuerdo entre Bruselas y Washington: «La incertidumbre es total», resume para después explicar que Estados Unidos es el tercer destino de la industria del metal vasca. Algunas empresas han adelantado pedidos para evitar el impuesto y otras los han pospuesto, pero todas afrontan ya un encarecimiento de sus envíos al país norteamericano.
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