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El Gobierno de Colombia ha decidido reforzar la seguridad de la oposición, las familias de los miembros del gabinete y de treinta precandidatos que concurren ... a las elecciones del próximo año tras el atentado sufrido este sábado por el representante de Centro Democrático Miguel Uribe Turbay. El senador permanece en estado muy grave en la Clínica Santa Fe tras haber recibido tres disparos, dos de ellos en la cabeza, mientras celebraba un mitin.
Su atacante está herido en otro hospital. Durante la fuga fue alcanzado por un disparo en una pierna. Se trata de un joven de 15 años que, según los primeros indicios, ha confesado que actuó por dinero. Además, la mujer con la que se le vio hablando en el parque de El Golfito, en el municipio de Fontibón, donde sucedieron los hechos, ha acudido a declarar con su abogado ante la Fiscalía para desvincularse por completo del acusado.
La Fiscalía guarda silencio sobre el móvil del homicidio frustrado, aunque las teorías derivan cada vez con mayor fuerza hacia el crimen organizado. La Policía comenzó a trabajar el mismo sábado sobre tres hipótesis. Que el sicario disparase contra Turbay por un motivo personal, que lo hiciera como una forma de atentar contra su partido, Centro Democrático, o que la razón principal estribe en desestabilizar al Gobierno.
El presidente, Gustavo Petro, ha apuntado este lunes hacia razones políticas o las mafias, más aun después de que él mismo haya revelado que su hija y los hijos de sus ministros han sido amenazados. «He ordenado la ampliación de los sistemas de seguridad de los miembros de la oposición, y de las familias de los integrantes del Gobierno nacional, ante las nuevas amenazas directas contra los hijos de ministros y del presidente», ha dicho Petro. El dirigente ha convocado tres consejos de seguridad desde el sábado y se espera que este lunes llame a todos los líderes políticos a una nueva reunión junto con los presidentes de las Cámaras.
La Fiscalía ha abierto una segunda investigación sobre los fallos de seguridad que pudieron producirse durante el mitin de Uribe. El político de 36 años contaba al parecer solo con dos escoltas y ninguno fue capaz de impedir que el menor se acercase por su espalda y le disparase con una pistola. Centro Democrático había pedido con anterioridad al Gobierno que aumentase la protección de su precandidato. El Ejecutivo ha informado este lunes de que la treintena de dirigentes que se presentan a los comicios tendrán un operativo de escolta.
La escena vivida este sábado es tan triste como de sobra conocida en Latinoamérica: un político, candidato a las elecciones, se dirige a sus seguidores en la calle cuando un criminal se le acerca y le descerraja varios tiros. El sábado por la tarde -madrugada de este domingo en España-, en Bogotá, fue el turno de Miguel Uribe Turbay, senador y precandidato a la presidencia de Colombia.
El político, de 39 años y miembro del partido Centro Democrático, estaba explicando sobre un cajón improvisado sus propuestas en materia de dependencia y de salud mental cuando un adolescente de solo 15 años se adelantó y le disparó al menos seis veces con una pistola Glock de 9 milímetros. Tres de las balas alcanzaron a Uribe, dos en la cabeza y una en el muslo izquierdo.
A pesar de lo certero del atentado, los colaboradores de Uribe lograron taponar las heridas de bala del senador sobre el capó de un coche y llevarlo con vida a un centro hospitalario en el que ingresó en estado crítico. Los médicos practicaron una cirugía de urgencia que el político superó con éxito y, al cierre de esta edición, seguía debatiéndose entre la vida y la muerte en la Clínica Santa Fe, una de las mejores del país. «Su estado reviste la máxima gravedad y el pronóstico es reservado», rezaba el parte médico de este domingo.
«Pidamos a dios que guíe las manos de los médicos que le están tratando», suplicó su mujer, Maria Claudia Tarazona. También pidió respeto y que no se especule con el estado de salud de Uribe, que había anunciado su intención de presentarse a las elecciones presidenciales previstas para el año que viene. «Son horas críticas para su recuperación», añadió el alcalde de la capital colombiana, Carlos Fernando Galán.
Por su parte, los usuarios de las redes sociales no tardaron en identificar al agresor, de pelo largo y vestido con una camiseta verde, que tambien resultó herido en una pierna y fue reducido por el equipo de seguridad de Uribe en el lugar del ataque, donde dos personas más sufrieron heridas de bala. Los mensajes de solidaridad se sumaron a los de rabia, que exigían una reforma de la legislación para que estos menores puedan ser juzgados y castigados de la misma forma que los adultos.
Gustavo Petro
Presidente
Humberto de la Calle
Congresista
La reacción popular fue este domingo masiva, con 'marchas por la vida' organizadas en Bogotá y Medellín al grito de «¡Miguel, amigo, Colombia está contigo!». Porque, aunque el país haya sido escenario de la violencia política más brutal, el ataque contra el senador ha conmocionado a Colombia. «Nos devolvemos 20 años. Se trata de un atentado contra el ejercicio de la política y la libertad de expresión. El país ha entrado en una espiral de violencia verbal que ahora llega al atentado personal», escribió en X Humberto de La Calle, congresista que fue negociador de paz durante el Gobierno de Juan Manuel Santos.
No en vano, Uribe es uno de los políticos más críticos con el actual presidente colombiano, Gustavo Petro, a cuya inacción achaca la espiral de violencia que afecta al país. El senador sabe qué está en juego, porque es hijo de Diana Turbay, periodista que fue secuestrada y asesinada en 1991 -cuando Uribe tenía cinco años- por narcotraficantes al servicio de Pablo Escobar, y nieto del expresidente Julio César Turbay, quien gobernó el país entre 1978 y 1982.
«La violencia nunca podrá ser el camino. Nada justifica su uso en una sociedad que busca construir en paz», condenó la canciller colombiana, Laura Sarabia. «Atentaron contra una esperanza de la Patria, contra un gran esposo, padre, hijo, hermano, contra un gran compañero de trabajo. Apelamos a la reflexión ciudadana», escribió el expresidente de Colombia y actual líder de Centro Democrático, Álvaro Uribe.
Por su parte, el presidente Petro canceló el viaje que tenía previsto hacer a Francia para participar en una conferencia de Naciones Unidas y anunció una investigación concienzuda para dar con quien encargó el asesinato de Uribe al adolescente, descrito siempre como un sicario. «Todos los protocolos, al máximo nivel, se tienen que concentrar ahora en descubrir quién es el asesino intelectual. Habrá responsables, empezando por los responsables de su seguridad».
Por su parte, el ministro de Defensa, Pedro Sánchez, informó de que ha ordenado «extremar las medidas de seguridad, según el nivel de riesgo, a quienes promueven sus ideas en el ámbito de la vida política y democrática».
El atentado contra el senador Miguel Uribe retrotrae a Colombia a la dura época en la que hacer política se pagaba a menudo con la vida. No en vano, solo durante la campaña presidencial de 1989 fueron asesinados al menos tres candidatos en crímenes cometidos también por jóvenes sicarios. En las décadas de 1980 y 1990 el narcotráfico y las guerrillas acababan así con quienes apoyaban políticas que podían perjudicarles, sin importarles su ideología. El ataque del sábado guarda muchas similitudes con el que acabó con la vida de Luis Carlos Galán, asesinado también frente a las cámaras cuando se dirigía a sus votantes sobre una tarima en la calle.
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