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Hubo un tiempo en el que ir al banco era una de esas citas para las que había que vestirse. No había ninguna norma de ... etiqueta, pero se consideraba algo de tanta importancia que no era cuestión de ir en chándal. En esa época, además, si uno era clase media y tenía ahorros, a lo máximo que aspiraba era a que estos estuvieran en un plazo fijo, que diera sus rentas aunque no fueran pingües.
Sin embargo, nuestra manera de consumir en el sector financiero no tiene ya nada que ver con aquello. Poco a poco han ido entrando en nuestro vocabulario palabras como fondos de inversión, compra de acciones, criptomonedas... Y hemos pasado de ir al banco físicamente a tener la oficina abierta las 24 horas en nuestro móvil.
El último fenómeno en este campo es el de los 'fifluencers', que no son otra cosa que 'influencers' con miles de seguidores que aconsejan donde debes poner tus ahorros si quieres que crezcan, como si fueran aquellos buscadores de oro del siglo XIX. Bueno, en realidad, ellos dicen que no recomiendan, sino que comparten sus conocimientos y sus experiencias. Luego veremos por qué.
«Son creadores de contenidos con cierto impacto», reconoce Silvia Martínez, profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Pero no todos son de fiar. «Hay gente muy experta y también gente que no sabe tanto o que son incluso estafadores», añade Elisabeth Ruiz-Dotras, compañera de Martínez en la UOC, donde ejerce como docente de Economía y Empresa. Ella tiene capacidad para distinguir a unos de otros, pero no todos los que consumen redes podemos. Por eso, mira el fenómeno con cierta preocupación.
Elisabeth Ruiz-Dotras
Prrofesora de Economía y Empresa en la UOC
La gran evolución del consumo en esta área no ha ido acompañada en muchos casos de un mayor nivel de conocimientos financieros, lo que nos deja en una situación delicada. Vulnerables. Y más si, como ocurre ahora, estamos en un momento donde la economía –la grande y la pequeña– evidencia una volatilidad extrema.
«El mensaje de muchos de estos influencers es que se puede hacer dinero fácil, pero eso no existe. Es necesario tener formación, conocimientos y hábitos», prosigue Ruiz-Dotras. Además, en bastantes casos «su objetivo es vender algo y no dicen toda la verdad», añade la también investigadora del grupo Digital Business Research Group (DigiBiz). De hecho, no dicen, por ejemplo, que también «puedes perder dinero».
Son auténticos maestros en la comunicación porque les va el dinero en ello:«El mejor es el que va a vender más». Y les cuadran las cuentas, sí, pero porque hay 'magia' detrás: nadie da duros a cuatro pesetas. Pasa como en el resto de la fauna 'influencer': ellos también obtienen tajada de lo que recomiendan en algunos momentos. Ante esto, cabe preguntarse si nadie se ocupa de esta situación.
La respuesta es sí. Está el Banco de España, que tiene un reglamento que regula la publicidad financiera y que supervisa que se cumpla... pero es obvio que en el tema de las redes esta misión es más compleja. Otra norma que han de cumplir estos 'influencers' es la de la publicidad en redes, que obliga a aquellos que tienen un determinado número de seguidores –los que tienen más de un millón o ingresos por esta actividad iguales o superiores a 300.000 euros– a identificar estas acciones como publicidad.
Lo que ocurre es que, como decíamos antes, muchas veces ellos se escudan en que lo que cuentan no es una recomendación ni un consejo y mucho menos un anuncio, sino su experiencia. «Debería haber una transparencia con respecto al vínculo entre el 'influencer' y la entidad de la que habla», razona Martínez. Como también, por una cuestión de ética, deberían explicar qué conocimientos tienen.
Un tema que adquiere especial relevancia si tenemos en cuenta otro dato: los jóvenes no se informan en los medios tradicionales, prefieren las redes sociales. Y esto no va acompañado de una alfabetización en su uso, es decir, están expuestos a mensajes de expertos, pero también de vendehumos que no siempre son fáciles de identificar porque hablamos mucho de dinero, pero no sabemos tanto sobre él.
La 'democratización' del acceso a los servicios financieros de los últimos años también ha ido acompañada de la necesidad de formarse para entender de qué estamos hablando. La Comisión Nacional del Mercado de Valores, el Banco de España y el propio Ministerio de Economía han sido conscientes del fenómeno. Por eso, son los que están detrás de Finanzas para todos, un portal cuyo objetivo es que mejoremos nuestra cultura en este ámbito. Tanto en su web como en sus redes sociales, guías y webinars encontraremos «información veraz» de la que sí podemos fiarnos. Además de los «conocimientos básicos», se incluyen «las herramientas para que podamos manejar nuestro dinero de forma responsable e informada».
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