Urgente El texto íntegro de la carta de dimisión de Santos Cerdán

Alberto Núñez Feijóo parece acercarse a La Moncloa, a pesar de sí mismo. Varado en Galicia, fue largamente la eterna promesa vacilante del PP hasta ... que en 2022 por fin llegó a la presidencia del partido. Ascendió por aclamación, entre vítores que pretendían enmascarar las discordias internas; lisonjeado con cantos de fidelidad por los mismos que se la habían profesado hasta la víspera a Casado, cuando se divorciaron de él sin miramientos por caer en pecado mortal, por denunciar públicamente la pobredumbre que le rodeaba.

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Parecía Feijóo a su llegada un estadista en ciernes, capaz de neutralizar el reduccionismo populista e infantil de Díaz Ayuso valiéndose de las frases compuestas, y de confrontar a sus escindidos por la diestra mediante las más nobles herramientas del conservadurismo clásico. Por contra, ha optado por la intrascendencia, renunciando a cincelar un perfil propio, desdibujándose progresivamente hasta ser poco más que un borrón.

Con espíritu desajustado, galantea a la par que agravia, corteja a quienes ofende. Embiste contra la ley de amnistía con gran artificio mientras lanza guiños cómplices a Junts a la búsqueda de una intimidad futura, e incluso inmediatamente presente. O maniobra contra la oficialidad del euskera en Europa instantes antes de exigir al PNV que le encarame al poder sumándose a una moción de censura contra Pedro Sánchez.

Los argumentos más insólitos se verbalizan con solemnidad en medio de esa maraña neblinosa que envuelve a la coherencia. Así, según Feijóo, las razones esgrimidas por los jeltzales en 2018 para determinar la caída de Rajoy igual debieran servir ahora para fulminar al actual presidente del gobierno, al que ve «carcomido por la corrupción» encabezando una banda de malhechores.

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Cierto es que, en la actualidad, algunos focos exhalan pestilencia, pero queda aún por concretar en los tribunales si su intensidad es merecedora de reproche punitivo, más allá del desagrado ético e incluso estético que produzca semejante casuística pasmosa. En el caso del PP, la 'Gürtel', con sus diversas ramificaciones e ilicitudes, aniquiló sin remedio su probidad junto a sus opciones de mantenerse en el poder.

Pero nada desanima a Feijóo. A estas alturas, sospecha que no será su cúmulo de méritos lo que le lleve finalmente al poder: los egos inabarcables que corroen a la izquierda confederal le han puesto sobre la pista definitiva. Mientras la fruta va madurando, y lo hace deprisa, callejeará a ratos para oxigenar los berrinches de los suyos o se dará un masaje en el congreso sin debates y con otras tantas ideas al que ha convocado a su partido. Esperará pacientemente a que otros, bien dispuestos por cainitas, le hagan todo el trabajo. Con estos antecedentes, no cabe duda de que lo mejor está por llegar.

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